Los docentes de nuestra infancia

Elías Canetti nació en Bulgaria en 1905 y en 1977 escribió La lengua salvada, una de sus obras autobiográficas. Es decir que en ese año recordaba su infancia y el lugar de los profesores en su educación (no solo en la escuela). Sus palabras son reveladoras:

La diversidad de los profesores era tan asombrosa, es la primera diversidad consciente en una vida. El hecho de que pasen tanto tiempo delante de uno, expuestos en cada una de sus reacciones, sometidos a una constante observación, siendo el verdadero objeto de nuestro interés hora tras hora, y, dado que no podemos ausentarnos siempre el mismo período de tiempo; su superioridad, que los alumnos no quieren reconocer de una vez para siempre y que los vuelve críticos y malévolos; la necesidad de responder debidamente a sus exigencias sin complicarnos demasiado la vida; el secreto en el que se halla envuelto el resto de sus vidas durante todo el tiempo que no están ante nosotros, como actores de sí mismo, y luego el hecho mismo de sucederse unos a otros, siempre en el mismo lugar y desempeñando el mismo papel, con la misma intención, es decir, expuestos abiertamente a la comparación: todo esto, tal y como actúa conjuntamente, constituye también toda una escuela, muy diferente de la destinada a la enseñanza, es decir una escuela en la que se aprende a conocer la multiplicidad de la naturaleza humana y si, se la toma medianamente en serio, es también la primera escuela consciente del conocimiento del ser humano. (Canetti, 2005, p. 225)

Centro de jubilados y pensionados de Villa Crespo

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